La propuesta del expresidente Donald Trump de implementar una deportación masiva de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, promesa que repite desde su campaña en 2016, podría arruinar el país, según una investigación que recopila datos sobre las aportaciones económicas y laborales de los inmigrantes.

Durante su primera candidatura, Trump prometió deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país. Una vez en la Casa Blanca, adoptó políticas estrictas como allanamientos en lugares de trabajo, prohibición de entrada a viajeros de países de mayoría musulmana y separación polémica de familias inmigrantes en la frontera, una práctica que generó duras críticas y cuyas consecuencias aún se sienten, con muchas familias aún separadas.

A pesar de estas medidas drásticas, Trump no pudo cumplir sus promesas de deportación a gran escala, en gran parte debido a la resistencia de diferentes sectores de la sociedad, incluidas políticas santuario, protecciones legales e ineptitud para ejecutar sus órdenes. En total, deportó a menos de 1 millón de personas durante sus primeros cuatro años en el cargo, una cifra significativamente menor en comparación con las deportaciones llevadas a cabo por el gobierno de Barack Obama en el mismo período, según datos recopilados por Mother Jones.

Ahora, Trump planea redoblar su apuesta si es reelegido, prometiendo llevar a cabo “la mayor operación de deportación interna en la historia de Estados Unidos”. Entre las consecuencias económicas más graves está la previsión de una grave escasez de trabajadores de bajos ingresos, que son esenciales para sectores como la agricultura, la construcción y los servicios de salud.

Además, los expertos citados por la publicación predicen una contracción inmediata del PIB del 1,4%, lo que podría alcanzar el 2,6% en el largo plazo, con la economía estadounidense contrayéndose casi un 6% en 20 años, lo que resultará en una pérdida de 1,6 billones de dólares. Estas proyecciones contradicen la afirmación de Trump de que la deportación masiva beneficiaría a los trabajadores estadounidenses, y los economistas destacan que, de hecho, sacar a los inmigrantes indocumentados del mercado laboral podría llevar a la pérdida de casi 1 millón de empleos para los ciudadanos estadounidenses.

El impacto en la construcción sería igualmente severo, ya que más del 10% de la fuerza laboral del sector está compuesta por inmigrantes indocumentados. La deportación masiva paralizaría los nuevos proyectos de construcción de viviendas, exacerbaría la crisis de asequibilidad en el mercado inmobiliario y aumentaría los costos de construcción.

Además de los efectos económicos, las consecuencias humanitarias de la propuesta de Trump serían desastrosas. La separación familiar sería una de las prácticas más crueles, y millones de personas, incluidos ciudadanos estadounidenses y residentes legales, se verían directamente afectadas. Las familias de hogares de estatus mixto, en particular, sufrirían enormes pérdidas financieras, y los ingresos promedio se reducirían a la mitad, lo que podría hundir a millones de familias en la pobreza.

Incluso si el plan de Trump no se implementa plenamente, el simple hecho de intentar utilizarlo como plataforma política tendría consecuencias profundas y duraderas para la sociedad estadounidense. El artículo describe la propuesta de Trump como una amenaza existencial a la estructura social y económica de Estados Unidos.