Se están enviando una serie de mensajes de texto anónimos y ofensivos a miembros de las comunidades negra, latina y LGBTQIA+ en Estados Unidos, en un contexto que ha suscitado importantes preocupaciones sobre la seguridad y la intimidación tras las elecciones presidenciales.
Los mensajes racistas y amenazantes se enviaron a través de números de teléfono enmascarados, y algunos decían que los destinatarios habían sido “seleccionados” para la deportación, campos de reeducación o trabajos forzados en plantaciones. Aunque el FBI confirmó que los mensajes no resultaron en violencia, la situación generó alarma en varias comunidades, según un informe de NBC News.
Varios destinatarios compartieron sus experiencias y relataron conmoción, miedo e inseguridad. Según la publicación, una estudiante universitaria, por ejemplo, expresó sorpresa y preocupación por cómo se obtuvo su número, además de denunciar que otras personas en su red también recibieron mensajes similares. Los mensajes fueron ampliamente difundidos en las redes sociales, y usuarios de diferentes universidades estadounidenses, como la Universidad Estatal de Ohio y la Universidad del Sur de California, entre otras, informaron haber recibido textos similares. Además de los estudiantes, también se han atacado adolescentes de secundaria y personas de otras edades, lo que indica que el alcance del problema es amplio.
Autoridades y organizaciones reaccionaron rápidamente. El FBI investiga el caso en conjunto con el Departamento de Justicia y autoridades locales, mientras universidades y grupos como la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) han condenado los mensajes y ofrecido apoyo a las víctimas. Las empresas de tecnología, como TextNow, que se utilizó para enviar los mensajes de texto, desactivaron las cuentas relacionadas y se comprometieron a cooperar con las investigaciones.
Se destacó la retórica polarizadora del contexto postelectoral como un posible catalizador de estos actos de intimidación. Si bien algunos creen que los mensajes reflejan un aumento de las actitudes racistas tras la elección de Donald Trump, otros sugieren que podrían ser parte de un intento de culpar de este comportamiento a la campaña republicana. La propia campaña de Trump condenó los textos y negó cualquier implicación, calificando la situación como un absurdo fabricado para dañar su imagen.
Aunque los mensajes han disminuido, existe la sensación de que este incidente puede ser sólo el comienzo de un aumento de los ataques racistas y el ciberacoso. Finalmente, el episodio plantea interrogantes sobre cómo los discursos políticos y las dinámicas sociales pueden alimentar episodios de odio y división, con autoridades y comunidades buscando formas de enfrentar y contener estas amenazas. La investigación en curso busca identificar a los responsables y evitar que episodios similares se repitan, pero la percepción de vulnerabilidad persiste entre los grupos más afectados.