Fue reportada por Associated Press la formación de una nueva caravana compuesta por alrededor de 1,500 migrantes en el sur de México, provenientes principalmente de Centroamérica y del Sur. Estos migrantes, muchos de los cuales se encuentran en la ciudad de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, esperan llegar a Estados Unidos antes de la toma de posesión de Donald Trump, por temor a que las políticas de inmigración se vuelvan aún más restrictivas.
Tapachula funciona como una especie de “limbo” para los migrantes, según el artículo, al no tener permiso para avanzar hacia territorio mexicano, agravando su situación de vulnerabilidad. En este contexto, las caravanas surgen como una alternativa desesperada para quienes no pueden permitirse el lujo de contrabandistas, ya que viajar en grupos grandes ofrece una mayor protección contra el arresto por parte de las autoridades mexicanas. Sin embargo, estas caravanas no garantizan la seguridad frente a los peligros que plantean los cárteles de la droga, que explotan a los migrantes mediante extorsiones, secuestros y cobros para cruzar territorios bajo su control.
Además de las amenazas de violencia, los migrantes enfrentan importantes desafíos físicos, como el calor extremo, la falta de agua y las largas distancias. La ruta más corta hacia la frontera estadounidense, que conecta Tapachula con Matamoros, cubre más de 1.780 kilómetros, lo que dificulta especialmente el cruce para familias con niños. Muchos están desesperados por abandonar Tapachula debido a la falta de empleos y las malas condiciones, creyendo que la proximidad a la toma de posesión de Trump aumenta la urgencia de llegar a Estados Unidos.
La publicación también menciona el uso de la
aplicación “CBP One”, introducida por la administración Biden para organizar
las solicitudes de asilo y reducir las aglomeraciones en la frontera. Ahora
disponible en el sur de México, la aplicación ofrece alrededor de 1.450 citas
diarias, pero muchos migrantes prefieren acercarse a la frontera por temor a
perder su cita si son seleccionados. Sin embargo, Trump ha prometido eliminar
este sistema y restringir aún más las vías legales de entrada a Estados Unidos.
Las caravanas, que comenzaron a ganar impulso en 2018, anteriormente habían
contado con un apoyo limitado del gobierno mexicano, como autobuses para el
transporte, pero actualmente enfrentan una mayor resistencia, y las autoridades
desaconsejan cualquier forma de ayuda. Alternativamente, se han utilizado
permisos de tránsito temporales para dispersar grupos, pero esto no resuelve
los obstáculos que enfrentan los migrantes que buscan seguridad y mejores
condiciones de vida.