En El Salvador, en los últimos días de marzo de este año, fueron asesinadas 70 personas en diversas partes del país, el mayor número en 20 años. Después de la aparición de decenas de cadáveres en diferentes puntos de 12 de los 14 departamentos del país, el presidente Nayib Bukele movilizó a sus diputados para la aprobación de un decreto del “Régimen de Excepción” que entró en vigencia el 27 de marzo. Además, la Policía Nacional Civil fue autorizada a detener cualquier persona considerada sospechosa para averiguación.

En ese contexto, el periódico “El Faro” informó que “desde la firma de los Acuerdos de Paz, no hay registros de que medida igual haya sido acordada por motivos de violencia, y el único precedente similar es el decreto especial emitido durante la pandemia para restringir, entre otros, el derecho de libre tránsito”. 

Según el Latino Observatory, “en su mayoría, los asesinatos ocurrieron en territorios controlados por la Mara Salvatrucha-13 (MS-13) ya que las víctimas que murieron de manera violenta, no tenían necesariamente histórico de ligación con las pandillas delincuentes, pues, al menos 30 personas asesinadas trabajaban o ejercían actividad económica y no tenían antecedentes penales, tales como vendedores ambulantes, panaderos, motociclistas y trabajadores de la construcción.

Hasta el momento, tanto en El Salvador como entre la población de inmigrantes salvadoreños en los Estados Unidos, muchos apoyan a la estrategia de Bukele, en cuanto otros llaman la atención a la supresión de las libertades civiles y otras medidas controvertidas.

Según NBC News, “las recientes rondas y represiones a Bukele, que incluyeron relatos de muertes, atrajeron escrutinio internacional. De acuerdo con grupos de derechos humanos, las autoridades cometieron ‘graves violaciones de derechos humanos’, incluyendo decenas de detenciones arbitrarias. Más de 43.000 personas fueron detenidas desde que el estado de emergencia empezó el fin de marzo, según datos oficiales. Hay más de 60 ‘confiables relatos’ de muertes en custodia, de acuerdo con Human Rights Watch”. 

Recientemente, Nayib Bukele tuiteó sobre grandes mítines realizados en su apoyo en Los Ángeles, Houston y Long Island. Aunque no haya investigaciones en los Estados Unidos que indiquen cual es el nivel de apoyo al presidente salvadoreño en el país, en la área de Los Ángeles, que alberga la mayor población salvadoreña de los Estados Unidos, así como en otras ciudades, el apoyo a él ha sido creciente. En El Salvador, el índice de aprobación de Bukele subió a casi 90%, según NBC.

Gran parte de esos que apoyan a él y aprueban por la represión del presidente a las pandillas apuntando al declive de la violencia desde que el líder asumió el cargo en 2019. Sin embargo, algunos especialistas afirman que la violencia disminuyó por qué su gobierno negoció una tregua con las pandillas, algo que es negado por él.

Una prisión gigante con espacio para 40.000 membros de pandillas está en construcción . El ‘Centro de Contención de Terrorismo’ estará listo en 60 días, escribió Bukele en un tweet. 

“Muchos salvadoreños se cansaron de la violencia y de la ilegalidad que asolan el país desde hace décadas. Aunque la tasa de homicidios haya caído en los últimos años, el pequeño país centro-americano ya fue dicho en el pasado como la capital mundial de los asesinatos. Por décadas, la violencia forzó a muchos salvadoreños a emigrar a los EUA, llevando la población inmigrante salvadoreña a explotar de 95.000 en 1980, a más de 1 millón hoy. Hay más de 2,3 millones de personas de origen salvadoreño que residen en los EUA, constituyendo el tercer mayor grupo hispano. Después que la sangrienta guerra civil de El Salvador terminó en 1992, los EUA deportaron a millares de salvadoreños que tenían conexión con pandillas fundadas en Los Ángeles, las llamadas “maras”, a lo largo de la década de 1980. Una vez en El Salvador, las pandillas florecieron en una red criminal transnacional. Los años de violencia y inestabilidad causaron frustración, con los líderes del gobierno incapaces de controlarla, de acuerdo con NBC.

Iris Lara Cubias, presidenta de Juntos Por Una Sonrisa Shulton LA Foundation, dijo que Bukele está haciendo un buen trabajo al proporcionar al país una mayor sensación de seguridad, así como más hospitales y recursos. 

Yesenia Portillo, una activista norteamericana salvadoreña criada en Los Ángeles, dijo que “Organizaciones feministas, LGBTI+, laborales y ambientales en El Salvador han salido a las calles a decenas de millares para criticar sus políticas y eso muchas veces no es destacado”.

A pesar de las contradicciones que envuelven a los temas de democracia y libertad, es posible darse cuenta de un aumento de los movimientos de apoyo de salvadoreños en los EUA a partir de los mítines por la reelección de Bukele en Los Angeles, Long Island y Houston organizados por “Salvadoreños en el Exterior”. Sin embargo, eso puede no reflejar lo que los salvadoreños en casa realmente piensan, destaca la publicación.