El 5 de octubre, los defensores de los derechos de los inmigrantes se sorprendieron con la noticia de que la administración Biden ampliará el muro en la frontera con México para frenar la entrada de inmigrantes ilegales. Para ello se utilizarán fondos otorgados por el Congreso desde el gobierno de Donald Trump. Esta medida se produjo en medio de duras negociaciones con el Congreso para evitar un cierre del gobierno por el retraso en la aprobación de un nuevo presupuesto. En ese momento, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, dijo en un comunicado que "no había una nueva política de la administración con respecto a los muros fronterizos. Desde el primer día, esta administración ha dejado en claro que un muro fronterizo noes la respuesta". Sin embargo, hay una brecha entre la intención y las acciones, pues el muro se seguirá ampliando y el gobierno de Texas continúa implementando una cerca de boyas con serpentinas en medio del Río Grande.
Otra fisura en la política de inmigración demócrata surgió a finales de septiembre cuando el alcalde de Nueva York, Eric Adams, habló sobre la crisis de inmigración que enfrenta la ciudad. “Este tema destruirá Nueva York”, al referirse a la ola de nuevos inmigrantes que está presionando los serviciospúblicos de la ciudad. Esto es consecuencia de las acciones agresivas de los gobernadores republicanos del sur, especialmente Greg Abboutt (Texas) y Ron DeSantis (Florida), quienes comenzaron a enviar varios autobuses y aviones llenos de inmigrantes a ciudades del noreste y de la costa del Pacífico gobernadas por Demócratas, que son considerados santuarios para inmigrantes. Esta situación mostró una división en la política migratoria de los demócratas, que hasta entonces (pero también durante la campaña presidencial), mantuvieron una política más amigable hacia los inmigrantes. Las críticas de Adams al gobierno federal se suman a las de los republicanos, que piden más ayuda gubernamental para hacer frente a esta reciente crisis que ha estado azotando a sus servicios públicos, sociales y de vivienda.
Los discursos del alcalde de Nueva York pusieron de manifiesto el descontento que existe entre los líderes demócratas de las grandes ciudades estadounidenses respecto a la actual política migratoria de Joe Biden, que no sólo reproduce muchos aspectos de la política de Trump, sino que tampoco ofrece apoyo suficiente a los gobiernos municipales para hacer frente a las oleadas de inmigrantes. Inmigrantes que llegan a los grandes centros urbanos. En Nueva York, por ejemplo, más de 100.000 inmigrantes han llegado a la ciudad desde el año pasado, ejerciendo presión sobre la vivienda y los servicios públicos locales. Otras ciudades también se convirtieron en destinos para inmigrantes, como Washington y Boston, además de Chicago, muchos de los cuales llegaban en transporte fletado.
Es importante subrayar que la acogida de inmigrantes no
es un problema homogéneo. A diferencia de Nueva York, la ciudad de Los Ángeles
afronta mejor esta situación. Además de estar acostumbrados a recibir miles de
personas anualmente, debido a su cercanía con la frontera, muchos de los
inmigrantes que llegan a la ciudad logran encontrar refugio en casas de amigos
y familiares, integrarse económicamente y generalmente no necesitan pedir ayuda
a los servicios municipales.
Lleva la frontera
a Joe Biden
Desde el año pasado, Ron DeSantis y Greg Abbott han enviado miles de inmigrantes a varias ciudades del país gobernado por demócratas, con la intención de aliviar a las ciudades fronterizas, que han estado lidiando con la afluencia de miles de inmigrantes ilegales que cruzan la frontera. Como señaló el gobernador Abbott, crítico de la política migratoria del presidente: “Voy a llevarle la frontera al presidente Biden”. Según el sitio web del gobierno del estado de Texas, la “Operation Lone Star” es un intento local de asegurar la frontera, impidiendo que “contrabandistas,armas y personas entren a Texas”. En total, hasta julio de 2023 se habían enviado unos 500 autobuses, distribuidos de la siguiente manera: 10.000 personas a Washington D.C., unas 8.200 a Nueva York, más de 2.600 a Chicago, más de 1.600 a Filadelfia, unas 210 a Denver y unas 20 a Los Ángeles.
Además de que existe un problema real de cómo afrontar las oleadas de inmigrantes provenientes de México, Venezuela, Guatemala, Cuba, Honduras, Haití, etc., existe un contexto de confrontación política en esta política de traslado de personas por todo Estados Unidos. Desde el fin del gobierno de Donald Trump, las tensiones entre el gobierno federal y algunos estados republicanos han alcanzado niveles elevados, como estas acciones de Abbott y DeSantis.
Es necesario entender que la crisis migratoria ya se daba antes de toda esta tensión política y tiene diferentes consecuencias para las ciudades del país. Esto se puede comprobar en Nueva York, donde, de los 100.000 inmigrantes que llegaron a la ciudad desde el año pasado, sólo 13.100 fueron enviados a través de Texas, algo que no conduciría a una responsabilidadrepublicana total.
Según información de la Patrulla Fronteriza, en 2022 se contabilizaron 2,2 millones de personas que cruzaron ilegalmente la frontera de Estados Unidos, una cifra superior a los 1,6 millones registrados al final del año fiscal 2023, pero aún muy alta. Además, el país ya tiene una historia de alta inmigración ilegal, como se desprende de la encuesta realizada por la patrulla entre 1990 y 2006, y durante este período el número de personas que cruzaban la frontera siempre superó el millón anual.
Un punto a aclarar es que el perfil de los nuevos inmigrantes es diferente al de quienes habitualmente cruzaban la frontera. Anteriormente, la mayoría de quienes buscaban nuevas oportunidades eran personas no acompañadas que intentaban construir una vida en el nuevo país y luego poder traer a sus familias. Ahora, debido a la crisis económica, social y de seguridad en países como Venezuela, Honduras, Guatemala y Haití, más familias con niños están ingresando a Estados Unidos en busca de asistencia humanitaria y social, ante la dificultad para encontrar refugio y empleo. Esto crea así presión sobre los servicios públicos estadounidenses, teniendo en cuenta que, además de la cuestión de la vivienda y el empleo, los niños necesitan estar en la escuela y tener unas condiciones de vida dignas.
De esta manera, con autobuses que llevan a varios inmigrantes a ciudades de todo el país y una mayor comunicación entre este grupo, las grandes ciudades se han convertido en el escenario de estos problemas ya comentados, que generan implicaciones para las políticas migratorias tradicionales de las grandes ciudades, como Nueva York. En la metrópoli es obligatorio que existan refugios para alojar a las personas que los necesitan, lo cual es un factor importante en la vida de miles de personas sin hogar en la ciudad. El alcalde Eric Adams afirmó que se adoptarán nuevas restricciones en la ciudad: los inmigrantes tendrán hasta 60 días para permanecer en los albergues, y si vence el plazo serán desalojados.
Además de afectar a la vida de los más de 60.000 inmigrantes que están bajo el cuidado de la ciudad, esta medida podría provocar que miles de personas salgan a las calles, muchas de ellas con hijos y desempleadas. Además, esta acción representa un claro distanciamiento de la administración Biden y de las políticas democráticas, además de romper con la historia de la ciudad de acogida a inmigrantes.
En otras palabras, una crisis está generando otra. El aumento de la inmigración está llegando a otras partes del país más allá de la frontera con México, algo alentado por la política de transporte en autobús de los gobernadores republicanos. Sin embargo, esta actuación no es el principal factor detrás de esta crisis, siendo ya las grandes ciudades destinos tradicionales de estas personas, muchas de ellas con hijos y dificultades para encontrar trabajo. En este sentido, líderes de las grandes ciudades, muchos demócratas como el alcalde Eric Adams, acaban criticando al gobierno federal y pidiendo más ayuda para afrontar este momento, y que se puedan adoptar algunas acciones problemáticas, como el refugio por 60 días. Por lo tanto, incluso con el gobierno de Biden brindando protección temporal a casi medio millón de inmigrantes venezolanos (40% de los que están bajo el cuidado del Ayuntamientode Nueva York), es posible que las grandes ciudades sigan tomando medidas desesperadas para afrontar la situación, una clara contradicción entre los demócratas y una victoria implícita de los republicanos, a quién quieren desgastar a la administración Biden y su partido.
La falta de solución a la crisis migratoria hace que
este tema acapare el debate político, especialmente de cara a las elecciones de
2024. La popularidad del actual presidente es muy baja, en torno al 40%, según
el portal ThirtyFiveEight. Desafortunadamente, la actual crisis
funcional del sistema político estadounidense no logra ofrecer una solución a
la crisis, ni a sus orígenes, ni a acoger a cientos de miles de personas que
buscan una vida mejor.