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Elecciones estadounidenses en 2024: implicaciones para las relaciones entre América Latina y China

Felipe Silva Alves | 21/06/2024 21:03 | ANÁLISIS
IMG Phil Roeder from Des Moines, IA, USA

En noviembre de 2024, los Estados Unidos de América (EE.UU.) volverán a vivir el sufragio electoral para elegir al cuadragésimo séptimo presidente del país. La situación actual demuestra una continuidad en la política exterior del Estado hacia América Latina y el Caribe (ALC), seguida por demócratas y republicanos, donde no existe una estrategia que priorice temas que van más allá de la inmigración y el narcotráfico. En contraste, hay una intensificación de las relaciones entre China y los países de ALC, constituyendo un panorama de mayores oportunidades de cooperación entre los países de América Latina y el Caribe en los sectores de comercio, inversión y finanzas.


Las elecciones de noviembre serán disputadas por el candidato demócrata Joe Biden, que intenta seguir siendo presidente, y el candidato republicano Donald Trump, un expresidente que aspira a un segundo mandato. La investigación muestra una feroz disputa entre ellos, que ilustra una gran división en la sociedad norteamericana, en la que se debaten diversos temas como la política económica, la inmigración, el aborto, los procesos legales y el posicionamiento internacional del país frente a los conflictos actuales en el mundo que guian las disputas ideológicas que intensifican la competencia.


Sin embargo, un tema que reconcilia opiniones tanto entre candidatos como entre votantes es la posición nacional respecto del ascenso internacional de China y cómo Estados Unidos debería abordar este hecho. A pesar de la larga historia de cooperación que comenzó en la década de 1970, ya sea comercial o diplomática, entre China y Estados Unidos, la última década ha visto un cambio drástico en esta relación. Como señala Júnior, el Departamento de Estado estadounidense estipuló un enfoque combativo ante la creciente relevancia china en el sistema global desde 2012, en el segundo mandato del entonces presidente demócrata, Barack Obama. Este hecho resultó en un notable punto de inflexión en 2017, con el primer mandato de Donald Trump y el inicio de su Guerra Comercial contra China. En 2020, con el ingreso de la administración Biden, si bien había expectativas de cambios en la agenda de política exterior nacional, el escenario se desarrolló a la inversa, exponiendo continuidades en las agendas políticas y discursos de su antecesor. Así, al poner en paralelo las políticas exteriores de la administración Trump y la administración Biden, en relación con su enfoque hacia China, las similitudes combativas se vuelven explícitas. Por eso, cualquiera que sea el resultado de las elecciones de noviembre, no hay perspectivas de cambios estructurales en el horizonte.


Otro punto de similitud entre las agendas de política exterior de Trump y Biden tiene que ver con América Latina y el Caribe (ALC). En el orden de Trump, como lo demuestra el análisis de la Fuente, la región no se consideró estratégico, además de estar enfocado en áreas de interés unilateral de Estados Unidos, como cuestiones de seguridad regional, control de inmigración y revisiones de acuerdos comerciales, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (en inglés, North American Free Trade Agreement). La administración Biden, a pesar de haber expresado expectativas positivas para los países latinos, estas no se materializaron. Esto se debe a que permanecieron agendas de interés unilateral, como los temas de seguridad regional, la lucha contra el narcotráfico y el control migratorio, demostrando que no existe, desde 2017, una política exterior estratégicamente organizada para EE.UU. – ALC.


Por otro lado, los últimos años han demostrado una profundización de las relaciones entre los países latinocaribeños y China. En lugar de simples mercados de consumo y fuentes de importantes materias primas, la región califica como una asociación estratégica importante en el desarrollo de agendas políticas y económicas para ambos actores, además de compartir desafíos comunes, como abordar el cambio climático y el desarrollo sostenible. Así, es posible observar un enfoque diferente al de EE.UU., en el que Beijing demuestra una planificación organizada de planes de cooperación basados ​​en el desarrollo de infraestructuras e inversiones a través de iniciativas, como la Nueva Rutade la Seda, aumento de la cooperación comercial, especialmente en el sector del automóvil, en la generación de energía limpia y la institucionalización de las relaciones diplomáticas – El presidente Xi Jinping celebra el décimo aniversario de la cooperación China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.


Por lo tanto, al comparar los enfoques de cooperación entre Estados Unidos y China en relación con América Latina y el Caribe, queda claro que existen mejores perspectivas y oportunidades en las relaciones con Asia. El enfoque chino está marcado por inversiones para promover el desarrollo, cooperación económica encaminada al beneficio mutuo y fortalecer los canales diplomáticos e institucionales, postura que contrasta con el unilateralismo expresado en los últimos años por la política exterior norteamericana hacia la región. Además, es importante resaltar que las oportunidades y perspectivas positivas con China no simbolizan la necesidad de un alineamiento total con el país, lo que requiere habilidad política de alto nivel para reconciliar los intereses nacionales estratégicos de la región con los intereses chinos y estadounidenses, asegurando estabilidad y compromiso al desarrollo económico regional.


Por lo tanto, las elecciones estadounidenses de noviembre de 2024 serán un momento importante para el país, así como para la región del Caribe latino. Dado el comportamiento de Estados Unidos y China en los últimos años, es fundamental que los países de ALC y sus gobiernos analicen los escenarios de cooperación de mediano y largo plazo, considerando las mejores oportunidades para promover los intereses regionales a través de la cooperación internacional. América Latina y el Caribe, por su posición geográfica y sus muchas afinidades con Estados Unidos, debe organizar su política internacional para no caer en la dicotomía de la Guerra Fría y trabajar con los gobiernos de Washington y Beijing con miras al desarrollo de nuestras poblaciones.

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