El 20 de agosto comenzaron los vuelos financiados por Estados Unidos para repatriar a migrantes que cruzaron la selva Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia. La iniciativa fue anunciada por el presidente panameño, José Raúl Mulino, quien destacó la alianza con Estados Unidos, afirmando que estos vuelos no le costarán a Panamá, ya que el problema se origina en la frontera del Darién, no en Texas.
Mulino expresó tristeza por la situación de los migrantes, en su mayoría venezolanos, que enfrentan condiciones extremas durante el cruce y sufren las consecuencias de la crisis política en su país. Mencionó el drama humanitario que involucra a familias y niños, muchas veces huérfanos, que terminan en albergues en Panamá. Además, Mulino advirtió sobre la presencia de personas vinculadas al narcoterrorismo y al terrorismo internacional entre los migrantes, según la publicación.
El acuerdo entre EE.UU. y Panamá, firmado el pasado 1 de julio, prevé 6 millones de dólares de financiación estadounidense para realizar vuelos de regreso, con el objetivo de reducir el flujo migratorio en la peligrosa ruta del Darién, utilizada por más de 216 mil migrantes solamente este año. Estos vuelos llevarán a los migrantes de regreso a Colombia, país por donde ingresaron.
Panamá también ha tomado medidas para controlar el flujo de migrantes, incluida la instalación de cercas de alambre de púas para canalizar a los migrantes a través de un “corredor humanitario”. Sin embargo, Mulino expresó su preocupación de que el número de migrantes puede aumentar dependiendo de la situación política en Venezuela tras las elecciones del 28 de julio.
Además de los vuelos de repatriación, Panamá
ofrece asistencia y alimentación a los migrantes alojados en albergues de la
región del Darién y facilita su continuación hasta Costa Rica, donde viajan en
autobuses pagados por los propios migrantes.