Estados Unidos tiene poco
más de una semana con su nuevo presidente electo, Donald Trump. La victoria del
expresidente representa un hito histórico en la política estadounidense, ya que
no fue solo la elección a la Casa Blanca del primer individuo condenadopenalmente, así como la segunda vez que una
candidata ha sido derrotada en las urnas (el caso de la vicepresidenta Kamala
Harris), siendo Hillary Clinton la otra candidata derrotada, previamente en
2016 (también en una disputa contra Donald Trump). La derrota no fue el único
revés para el partido demócrata, pero los resultados representaron un elevado
número de sorpresas. Además de ser la primera vez en veinte años que los
republicanos ganaron el voto popular, ambas cámaras del Congreso y una
ampliación del voto del colegio electoral, grupos demográficos, que antes
formaban parte del electorado demócrata, votaron en gran número por Donald
Trump, como los latinos. En las elecciones de este año, Trump ganó el 43% del
voto latino, un aumento de ocho puntos porcentuales en comparación con 2020, además, en un segmento de este
grupo, el de los hombres latinos, el presidente obtuvo una mayor proporción de
votos que Kamala Harris. De esta manera, ¿cómo es posible observar estos
cambios en el electorado latino, que está migrando al partido republicano, y
cómo este escenario llevó a la derrota de los demócratas? Analizar la
configuración de algunos centros urbanos del país puede ayudar en este tema.
Miami
Según una encuesta nacional a pie de urna realizada centrándose en la participación hispana en las eleccionesestadounidenses de este año, entre los diez estados analizados (a saber: Arizona, California, Florida, Georgia, Michigan, Carolina del Norte, Nevada, Pensilvania, Texas y Wisconsin), sólo en Florida el actual presidente Donald Trump superó a Kamala Harris entre los latinos al recibir el 56% de losvotos.
Ante esta configuración, el diario Miami Herald se propuso intentar comprender qué había detrás de la transformación roja de Miami, a partir del análisis del condado “Miami-Dade”. Se entiende, en primer lugar, que este cambio no fue repentino, sino una construcción continua. Tres podrían ser las principales razones que justifican el escenario en cuestión, según el titular: la campaña permanente del Partido Republicano, la forma equivocada de abordar la historia de Miami y las personas desarrolladas por los candidatos republicanos. Durante las últimas tres décadas, el Frente Republicano ha establecido una presencia sólida en comunidades como Miami-Dade, con el objetivo de alinearse, aunque sea “forjado”, con los valores predominantes en el electorado, a través de eventos y relaciones locales. Los demócratas, a su vez, a menudo se centraron tardíamente en la importancia de la popularidad electoral. Esta configuración de construir conexiones con las personas que votan les dio una ventaja a los republicanos porque, incluso en medio de opiniones y acciones controvertidas, sus vínculos en las comunidades –precisamente porque están más arraigados– les dieron una confianza que trasciende las posiciones políticas, ya que comprendieron que, para muchos, uno de los principales criterios de selección es la familiaridad.
Respecto al argumento de
la “mala interpretación” de la historia de Miami, el autor del análisis
utilizado como base en este momento critica el enfoque de los demócratas hacia
varios grupos en Miami, como negros, haitianos, cubanos, venezolanos, colombianos
y mexicanos: “ Miami-Dade es un condado moldeado por una historia política
única que es inseparable de las experiencias de los inmigrantes que huyeron de
los regímenes de izquierda en América Latina. Las campañas demócratas que han
adoptado etiquetas progresistas y narrativas de justicia social han tenido
problemas en Miami, donde palabras como "socialismo" y
"progresista" a menudo se ven con escepticismo. Los republicanos
capitalizaron esta desconexión al presentar a todos los demócratas como
socialistas, una acusación que resonó fuertemente entre los votantes que
asociaban las ideologías de izquierda con la opresión política, la mala gestión
económica y la corrupción”. (traducción libre). Y, aunque los demócratas no
son, de hecho, activos en la ideología socialista, es histórico que los
republicanos puedan explotar este aspecto en su beneficio. “Al final, el paso
de Miami-Dade a un condado exclusivamente republicano en 2024 refleja la
estrategia eficaz de los republicanos y el fracaso de los demócratas a la hora
de comprender la dinámica única de la comunidad”, concluye.
Houston
Siendo una de las ciudades más grandes de Texas, Houston tiene una población de dos millones trescientos milhabitantes, según el Censo de 2020, y su PIB alcanza un valor de casi 513 mil millones de dólares. Además, considerando su condado, llamado Harris, esta población se eleva a casi cuatro millones novecientas mil personas, cifra expresiva. Durante las últimas décadas, el condado de Harris ha sido uno de los condados de más rápido crecimiento en Texas y el país, con su área urbana creciendo un 2,2% entre 2020 y 2023. Además, entre los millones de personas que viven en el condado destacan los latinos, siendo un grupo sumamente relevante. Según el Censo, el 44% de la población del condado es latina o hispana, lo que indica un peso, por ejemplo, en el rumbo político de la ciudad, del estado y de Estados Unidos.
Se destacó la cuestión política, entre muchas otras, por ser un punto observado en las elecciones presidenciales que se desarrollaron en el país en pleno siglo XXI. El condado de Harris, siguiendo la tradición de las grandes ciudades estadounidenses, tiende a votar en gran número por el Partido Demócrata. En 2008, Obama obtuvo el 50,4% de los votos en la ciudad, cifra cercana a la obtenida en su reelección de 2012, en la que obtuvo el 49,4% de los votos. En 2016, Hillary Clinton alcanzó el 54% de los votos en Houston, lo que supone una victoria para los demócratas, mientras que el actual presidente, Joe Biden, alcanzó el 55% de los votos en 2020.
En estas elecciones, Donald Trump obtuvo el 41,6 % y el 42,7 % de los votos en la ciudad, respectivamente, pero algo insólito ocurrió en 2024, cuando el ahora presidente electo logró su mayor porcentaje en Houston, el 46,5 %. Incluso obteniendo la mayoría de votos, el 51,8%, la vicepresidenta Kamala Harris tuvo el peor desempeño demócrata en la ciudad desde 2012, yendo en contra de la tendencia demócrata que vivía en el condado. Además, se encontró con la mayor derrota de la década de su partido en el estado de Texas, con Trump alcanzando el 56,22% de los votos en el estado frente al 42,38% del demócrata.
Por tanto, queda claro cómo una ciudad demócrata en las últimas elecciones, antes parte de la tendencia de fortalecimiento del partido en los centros urbanos de Texas, giró hacia Trump y el Partido Republicano. De la diferencia de 12,5 puntos en 2020, a 5,3 en 2024, es notable el crecimiento de la derecha, algo que se nota en la propia población latina de la ciudad, que corresponde al 44% de los habitantes y, al igual que los latinos a nivel nacional, favoreció a los republicanos en las elecciones actuales. Sin embargo, un dato curioso es que esta pequeña diferencia no se notó en las elecciones al Senado. El candidato demócrata al Senado en Texas, Colin Allred, obtuvo el 54% de los votos en la ciudad, contra el 43% de Ted Cruz, actual titular del cargo. En otras palabras, el voto de la ciudad y su población latina difirió en las dos disputas, denotando preferencias divergentes por los candidatos.
Con esto se concluye que
las recientes elecciones en Estados Unidos, que culminaron con la victoria de
Donald Trump, plantean una serie de interrogantes sobre el comportamiento del
electorado latino en las grandes ciudades, especialmente en relación al partido
demócrata. Este fenómeno, que puede interpretarse como un "fiasco"
para los demócratas, revela un cambio significativo en las preferencias
políticas de este grupo demográfico. Además, el voto latino en las grandes
ciudades representa una reconfiguración del panorama político en Estados
Unidos. El aumento del apoyo a Donald Trump entre este grupo demográfico no
solo desafía los supuestos tradicionales sobre el electorado latino, sino que
también resalta las fallas estratégicas de los demócratas para comprender y
conectarse con las preocupaciones y experiencias únicas de esta comunidad. El
análisis de la dinámica electoral en ciudades como Miami y Houston ilustra la
urgente necesidad de una reevaluación de los enfoques políticos para involucrar
efectivamente al voto latino en el futuro.