Gloria Molina, una líder política pionera que representó a la gente de Los Ángeles, falleció a la edad de 74 años después de una batalla contra un cáncer terminal.
Molina fue una figura destacada en la política, siendo la primera chicana elegida para la Asamblea Estatal, el Concejo Municipal de Los Ángeles y la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles. También ocupó el cargo de Vicepresidenta del Comité Nacional Demócrata.
Nacida en una comunidad latina en el condado de Los Ángeles, Molina estaba orgullosa de su identidad chicana y luchó con las presiones y los desafíos que enfrentan los latinos en la sociedad. Se involucró en actividades comunitarias y políticas a una edad temprana, trabajando para políticos demócratas y desempeñando un papel activo en la campaña presidencial de Jimmy Carter.
Molina valoraba el liderazgo femenino y buscaba ser líder para ella y para otras mujeres. A lo largo de su carrera, se ha enfrentado al miedo y la intimidación, pero ha superado estos desafíos y alcanzado posiciones de poder e influencia.
Según la publicación de NBC News, Molina afirmó que “uno de nuestros principales objetivos era aprender cómo convertirnos en líderes. No nos hacemos seguidores del movimiento de mujeres blancas y no nos hacemos seguidores del movimiento chicano. Pero convertirnos en líderes para nosotras mismas, para otras mujeres. Eso fue muy importante para nosotras”.
En una entrevista de historia oral para el Programa de Historia Oral del Gobierno Estatal en los Archivos Estatales de California en 1990, Molina reclamó la victoria.
“Cada vez que me acercaba a una de estas oportunidades, lo primero que me golpeaba era miedo, miedo absoluto”, dijo sobre postularse para un cargo. “Y con ese miedo vino la intimidación. Son más inteligentes que yo. Ellos saben mejor. Creo que uno de nuestros mayores desafíos es convencer a muchos latinos, tanto ciudadanos como no ciudadanos, de que definitivamente este es un lugar y un juego del que debemos ser parte”, dijo Molina.
Molina dejó un legado duradero y será recordado como una dedicada defensora de la comunidad latina. Su muerte es una pérdida significativa para Los Ángeles, pero su contribución a la política y los derechos de los latinos no se olvidará.
Ella deja una hija, Martínez; su esposo, Ron Martínez; nieto Santiago; y los hermanos Gracie, Irma, Domingo, Bertha, Mario, Sergio, Danny, Olga y Lisa.